lunes, 24 de febrero de 2014

 “No podemos contentarnos con dar de beber a quien tiene sed, sino que hay que dar sed a quienes no quieren beber


Me llama la atención la frase de Philipe Meirieu,  “no podemos contentarnos con dar de beber a quien tiene sed, sino que hay que dar sed a quienes no quieren beber”
Esta frase tiene mucho donde reflexionar, la enseñanza debe de estar en los que la quieren y en los que no, es decir, hay que motivar el apetito de los niños hacia la enseñanza. No podemos dejar que las personas que no muestran interés por la educación simplemente la dejen, ya que hay que partir de la idea de que no todos los jóvenes cuentan con familias que le puedan dar las bases culturales y la motivación hacia los estudios y es por lo que la escuela también debería de ocuparse de ello.

Muchas veces se habla de la enseñanza como deber u obligación, yo pienso que todos los ciudadanos tienen el derecho a aprender y expresar sus conocimientos en la sociedad.Como dice Tonucci, la escuela debe ser pública, de iguales y abierta a la diversidad, creativa, cooperativa y que enseñe a investigar, no solo a repetir conceptos de memoria para aprobar un examen.
La escuela puede mejorarse y es tarea de todos, pero sobre todo de los docentes, estos tienen que escuchar antes que proponer, tienen que enseñar a los alumnos que la escuela no es desagradable, que es un lugar de nuevas experiencias, sensaciones y relaciones sociales. Y desde este punto de partida, los profesores tienen que aprender a motivar a sus alumnos a que por su propio interés y curiosidad quieran aprender cada día más.

Hablando de leyes, nos damos cuenta que éstas no mejoran la escuela, solo son cambios inútiles que nunca llegan a un progreso en la educación, ni siquiera evoluciona. En el caso de la LOMCE, una ley sin vocación de futuro, nos hace regresar a los años 60. Es importante señalar que las posibilidades de promoción social de los pobres y los menos favorecidos disminuye, parece que es mejor aparentar que nuestra educación mejora, que ayudar a los que fracasan en los estudios. Nos quitamos de en medio a los malos estudiantes, en vez de motivarlos y hacer de ellos personas que se interesen por los conocimientos y curiosidades de la sociedad. 
Por último, refiriéndome a la frase que da título a mi entrada, una escuela de superdotados y ricos no es la solución en una sociedad llena de pobres y menos favorecidos intelectualmente, por lo que no vamos por buen camino si hacemos una jerarquización social ya desde la escuela.

1 comentario:

  1. Excelente comentario, Cristina, llevando a una reflexión varias aportaciones diferentes y expresando yu opinión con argumentos. Enhorabuena.

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